viernes, 18 de septiembre de 2015

Vaya día! He estado más de nueve horas caminando y he hecho casi 38km. Hoy si que me he llenado de paciencia. He llegado muy cansado y sólo tenía ganas de tumbarme.
Salí de Sahagun expectante porque ya estoy en el camino francés. La verdad es que ahora ya no soy el único peregrino, pero bueno, tampoco hay tantos. He elegido una variante hoy que es un poco dura y apenas me he encontrado con media docena de peregrinos.
A quince  km de la salida había un pueblo muy pequeño, Calzadilla de los hermanillos, pero con hostal!, ahora si que se ve mucha más infraestructura. Me bastaba con tomarme un refrigerio y sentarme, pero me han empezado a enseñar lo que había de comer y me he animado con un plato de lentejas, me quedaban más de 20km sin un sólo pueblo en medio y tenía que hacer acopio de fuerzas. En la terraza del bar había una pareja de peregrinos muy activa jugando con tres niños y un perro enorme y muy cariñoso de otra pareja que también estaban de peregrinos. Tres niños de entre cuatro y ocho años, no más, con sus botas de caminar corriendo y saltando a mitad de etapa mientras la madre se la veía, pues como yo, con ganas de sentarse a descansar, pero los niños como si nada... Impresionante.

Luego me he lanzado a la aventura, atravesando otra calzada romana, yo espero que sea la última, porque todavía me acuerdo de la calzada de Navacerrada. Esta al menos tenía nombre y lo único que queda es el trazado , ni una piedra. Es la calzada de Trajano. Pues eso, un mogollón de km sin nada interesante salvo una peregrina que también iba sola que se ha subido a descansar a una paca redonda de paja. Es chica me había adelantado antes, y estaba a punto de hacerlo un par de horas después, estaría como a doscientos metros cuando me he cruzado con un lugareño que iba escuchando música con auriculares y me ha saludado sin mucho ánimo levantando la mano. La verdad es que me he mosqueado un poco porque luego no he vuelto a ver a la peregrina.  Con lo del asesinato de la peregrina americana que ha salido en la tele me he quedado un poco mosca, pero supongo que se habrá desviado hacia otro pueblo, porque la etapa que estaba haciendo yo no era normal; la frescura de los peregrinos que me adelantaban no creo que tuvieran la jartá de km que yo me estaba metiendo.

Pues eso, arrastrándome y con unas agujetas que me estaban matando en el muslo izquierdo he llegado a un pueblo anodino, Mansilla de las Mulas. Donde a la entrada he parado a tomarme el tinto de verano más caro de todos, pero me ha dado igual, esta vez necesitaba sentarme en una silla y es lo que he hecho. Sin embargo todavía me quedaba casi un km hasta mi destino, que a base de arrastrar los pies poco ha poco se me ha hecho realidad, una cama! Y ahí me he quedado un buen rato descansando. Después de una corta siesta reparadora me he levantado a darme una ducha y a hacer la colada del día. Al terminar han llegado Carmen y su hija Ana que van a acompañarme durante el fin de semana. Hemos ido a cenar a un restaurante muy bonito donde nos han dado de cenar muy rico, acompañado de un vino del Bierzo que por cierto me ha sorprendido muy favorablemente. Ha caído las botella entera, y con esas he cerrado el día.
Hoy sólo pongo la foto de la etapa y un selfie porque no he visto nada que me apeteciera recordar.

La etapa, la más larga y cansada hasta ahora

Yo en la inmensidad de la nada por un camino cabrón con gravilla que me estaba agotando

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